miércoles, 22 de abril de 2015

Avril

Tree of Life by Emkel Dikia


- ¿Qué es esto? Aquí dentro, muy profundo.

- Creo que es una cicatriz. Por eso ahora ves borroso y te duele al respirar. Por eso lo sientes cuando va a cambiar el tiempo. Por eso a veces dormida se te caen las lágrimas. Por eso de repente te duelen las yemas de los dedos, que recuerdan cómo era su tacto.

martes, 21 de abril de 2015

Vi paisajes maravillosos que no fui capaz de capturar

El horizonte claro y conciso a la derecha, el cielo cerca de la línea que lo separaba de la tierra estaba en llamas. Naranja intenso. Difuminándose en azul a medida que subía.
En la tierra una recta de árboles en flor. Tan perfecta como imperfecta con sus ramas colocadas por alguno de esos milagros cotidianos que decidimos pasar por alto.
La carretera al frente era larga y sin curvas, interminable, al fondo se difuminaba con el paisaje.
A la izquierda un bosque de molinos de viento, altos, puros, ligeros. Una muestra de nuestra generación mezclada con la naturaleza del viento. Las nubes situadas por casualidad listas para ser admiradas. En un croissant perfecto o en papel de lija.
En el ambiente podía sentirse la juventud. También las esperanzas y ese suspiro por las nuevas cosas.
Respirábamos belleza.
Yo no sabía si cerrar los ojos y sentir todas estos milagros o si abrirlos para no perderme nada.
Vivimos tan absortos en nosotros mismos que olvidamos cómo se ve el mundo que está fuera.

viernes, 17 de abril de 2015

Cartas XVIII

Veo que borraste nuestras fotos intentando borrar los recuerdos, pero sabes tan bien como yo que ciertas cosas no se van a ir nunca. ¿No es cierto?
A veces vuelve a mí esa necesidad de recordarte mi existencia. La última vez me dijiste que no necesitabas que lo hiciera. 
Si piensas hoy en mí di hola, aunque sea seguido de un adiós, porque ¿porqué no?
Ahora me voy, porque si no estuviéramos en 2015, tras escribir esta carta la arrugaría y tiraría a la basura.
Adiós, me alegro de haber hablado contigo.
Donde hubo fuego siempre quedan cenizas.

jueves, 9 de abril de 2015

Sueños que

Una vez más has aparecido en mis sueños. Por suerte o desgracia, cada vez que te mueves por mi mente las cosas me quedan más claras. Aunque esta claridad signifique confusión a corto plazo.
Estás a tus anchas, martilleando los nervios correctos, siempre en los momentos menos apropiados.
Apareces sin avisar, aunque ya debería haber aprendido a crear un patrón para las noches como esta.

blueline no 4 // andrea pramuk
Me abrazas, apretando tan fuerte que me duele. Me cuesta respirar y no es por las mariposas en el estómago, es porque me estás asfixiando. Me agarras del pelo y no es con la suavidad o sensualidad que recuerdo, es para arrastrarme por el suelo, para humillarme.

Ha sido una pesadilla esta vez. ¿No lo es siempre? Sueño con fantasmas y me despierto dada la vuelta en la cama, con la cabeza en los pies y los sentimientos inundando mis ojos. Pestañeo hasta que se me van los recuerdos. Los tuyos y los de Morfeo.

Necesito despertar dos veces cada mañana porque los sueños me encadenan cada noche a la cama y al pasado. A veces incluso al futuro, que no existe.

sábado, 4 de abril de 2015

Experiencias

«Te mereces mucho más que esto», le dije, consciente de que seis palabras no iban a arreglar el corazón dolorido de nadie. Nosotras somos así: sentimos mucho, muy fuerte y muy fácil.

El corazón apalizado le pesa en el pecho y se nota. Se le ve en la cara y en los ojos con ganas de llorar. 
Y a mí me duele que alguien tan vulgar pueda hacer que la persona más bonita -por dentro y por fuera- que he conocido en mi vida se sienta así de insignificante.
Pero somos así. Unos tanto y otros tan poco.

«A mí también me ha pasado, también he tolerado un poco de desprecio hasta que el desprecio acumulado estaba demasiado cerca como para pretender no verlo», dice una. «A mí también», dice la otra. Todas lo hemos permitido con nuestros tiernos veinte años. Sin saberlo, nos vimos inmersas en un "algo" con un "alguien" que no tendría que haberse merecido ni un "buenos días".
Aguantamos sin pensarlo porque nos enseñan a aguantarlo. Nos enseñan los finales felices y ¿no nos merecemos nosotras uno también?
Luchamos por una "historia de amor" que siempre es más grandiosa mientras ocurre que cuando la recuerdas, tres años después, con una copa de vino en la mano, tus amigas y una sonrisa de oreja a oreja.
Lo que no nos enseñan es que luchamos por momentos idealizados y no por nosotras mismas, que somos quienes más se lo merecen.
Así que luchemos, pero luchemos por lo que hay que luchar: por quererse, respetarse y conocerse a uno mismo.
El resto, si va, irá después.

viernes, 3 de abril de 2015