lunes, 20 de octubre de 2014

Incertidumbre

Uno a uno se desabrocha los botones de la camisa.
Despacio, sintiendo sus dedos desplazarse por la tela, rozando los botones con la yema.
Se encoje de hombros para sacar un brazo, para sacar el otro. Cierra los ojos.
No siente nada. El vacío se siente demasiado fuerte como para que algo afecte al resto de los sentidos.
Sueña despierta. Pesadillas durante la noche.
El mundo es demasiado grande y las posibilidades tantas que la incertidumbre es abrumadora.
Todo lo que esperaba ha ocurrido como tenía que ocurrir, sin que al destino le importaran sus expectativas. ¿Es feliz?
Ni ella lo sabe.
Aún está aprendiendo a ser ella misma, no sabe qué es lo que alguien como ella puede llegar a sentir.

Miedo a tener miedo

¿Por qué no debiera estar asustada si todo se desmoronó cuando creía estar a salvo?
Ahora se hace difícil creer en cualquier cosa que no dependa exclusivamente de mí.
Se me hace fácil, en cambio, tener miedo. Miedo a lo desconocido, pero más miedo aún a lo que sí conozco. 
Miedo a sentir algo, pero también a no ser capaz de volver a sentirlo.