lunes, 25 de octubre de 2010

Es un hasta luego.

Hola, soy yo, y he de decir que tardaré en volver a lloraros. No me esperéis despiertos que esta noche será muy larga.
Esto no quiere decir que no tenga nada por lo que llorar, sino que me arrepiento de haber escrito toda esta mierda aquí, sin valor alguno, para gente que como no ha hablado conmigo jamás ni si quiera lo entiende.
Además se me ha cerrado el pozo de las palabras y estoy totalmente bloqueada. Mental, social y de todo mente.

Gracias y buenas noches.

martes, 19 de octubre de 2010

La luz asoma al final del túnel, nuestro destino está cerca. Hace mucho que la muerte está llamando a nuestras puertas y yo nunca he tratado de evitarla. Pero ella es demasiado educada y espera a que la invitemos a entrar.

martes, 12 de octubre de 2010

Va de pedir perdón.

De acuerdo, lo siento. Todos teníais razón. Siento haber dejado que tuvierais razón. Siento haber permitido que pudierais seguir comentando todos esos defectos que yo misma aseguro que ya no tengo.
Siento haber dejado que todos los pecados terrenales comieran mi entusiasmo por cambiar este año.

Podría decir que no permitiré que vuelva ocurrir pero estoy madurando y sé que sí volverá a pasar. Que sí volveré a caer. Que me dolerá la cabeza cientos de veces más.

Lo siento. El orgullo es muy grande.

domingo, 10 de octubre de 2010

Hechos.

Ayer presencié algo. Una estupidez, os vais a reír de la importancia que le doy a algo tan estúpido, pero es interesante:
Eran las 12 de la noche y andábamos por aquí por Gijón, sin tener muy claro a dónde íbamos. Nos sentamos en un bordillo para descansar de los tacones unas y para ponérselos otras y mientras, el mundo seguía. Un grupo de chavales de mi edad (unos 17) pasó por la acera de enfrente y riéndose tiraron el contenedor azul de reciclaje de papel.
No todos colaboraron pero a mí me impactó bastante la situación. El estruendo que hizo el aparatoso contenedor debió de asustar a un par de vecinos porque incluso nosotras que sabíamos lo que había pasado nos sobresaltamos.
La calle quedó cortada porque aparte de ser pequeña, con eso tirado en el suelo ocupando algo menos de media calle ningún coche de tamaño normal cabría. Entonces yo, en uno de esos momentos en los que actos estúpidamente absurdos o absurdamente estúpidos me llegan a la cabeza, decidí convencer a una amiga para que me ayudara a levantarlo.
Es decir, imaginaos la situación, dos niñas, porque somos niñas, a las 12 de la noche intentando levantar un peazo contenedor que pesaría yo que sé cuánto. Ni un centímetro lo movimos.
Cuando ya nos estábamos yendo llegaron dos coches seguidos y el copiloto del primer coche se bajó para intentar levantarlo solo. Yo le ofrecí  mi ayuda pero no me hizo ni caso. Lo intentó y vio que no podría jamás. El del coche de atrás se bajó también y nada, pero en ese momento pasaron otro grupo de chavales algo más pequeños -que por cierto, la mayoría van a mi colegio- y entre todos consiguieron levantar el dichoso contenedor.
Con lo cual, fuimos testigos de cómo un grupo de niñatos desconsiderados, maleducados y inmaduros llevaban a cabo un acto de vandalismo y luego de cómo otro grupo de chicos ayudaban desinteresadamente a los que intentaban poner en pie de nuevo el contenedor.
Quizá no lo veáis desde el punto de vista desde el que yo lo veo, pero a mí me da una clara lección sobre los valores y la moral de algunas personas.
Quizá esos chicos que tiraron el contenedor simplemente no eran conscientes de lo que estaban haciendo, quizás sí que lo eran y no les importaba. O a lo peor simplemente eran estúpidos.

lunes, 4 de octubre de 2010

Egocentrismo pecaminoso.

Me arrepiento tanto… Tantos años desperdiciados de una manera catastrófica. Sueños tirados al olvido. Puede que esté siendo dramática, como dicen que soy siempre. Como dice toda esa gente, maldita sea la hora en la que los seres humanos descubrimos nuestra capacidad de juzgar, porque duele. Dicen que me creo el ombligo del mundo, ¿os molesta? Porque estoy segura de que si es cierto, a nadie le duele tanto como a mí. Me reiría de esta misma frase, porque es ridícula, pero no me hace gracia.
Y de repente es como si hubiera un muro alrededor de mis sentimientos porque no consigo acceder a ellos, soy consciente de lo que siento, pero hablado suena patético. Y probablemente lo es. Lo soy.
Y después de todo este tiempo sigo sintiendo como si no fuera nadie, como si no valiera para nada en absoluto, como si las cosas no hubieran cambiado. Como si siguiera siendo esa niña, dolorosamente perdida y lejos de su sitio, que llegó aquí hace ahora 7 años. Con infinitas esperanzas, que creía en los príncipes azules y soñaba con ser Cenicienta el día de mañana. Ese día ha llegado y sigo igual. Igual. Totalmente igual. Lo único que ha cambiado es que ya no es Cenicienta, ahora es Hannah Montana… Podría adivinar qué es peor.
Sigo teniendo los mismos defectos y sigo moviéndome igual por el espacio, sigo dando vueltas alrededor del mismo agujero, siempre a punto de caer. Sigo con el mismo sueño, exactamente el mismo, sigo creyendo que no es un sueño sino una realidad y no he aprendido prácticamente nada. Nada que me ayude a salir de este huracán al que en mis escasos mejores momentos consigo comer terreno. Desgraciadamente, los momentos malos son los más abundantes.

domingo, 3 de octubre de 2010