viernes, 27 de marzo de 2015

Quiero ser invencible

Quiero algo. Y no sé qué es.
Quiero ser fuerte y que los demás me vean así también. 
Quiero que me admiren porque soy incomprensible y que me odien por el mismo motivo.
Quiero que me respeten porque me lo merezco. Y como yo, todas.
Quiero que me pidan ayuda y quiero dar lo mejor de mí. Quiero ser el faro, el puerto, el salvavidas y las olas. Lo quiero todo.
Quiero ser caprichosa y egoísta y que a nadie le parezca bien. Quiero tirarme al suelo y patalear solo por el gusto de hacerlo.
Quiero ser invencible. 
Pero sobre todas las cosas quiero ser vulnerable, mortal, imperfecta. Quiero ser quien soy y que eso provoque tanto miedo como ternura.
Quiero que sepas que yo también me rompo, que yo también lloro.
Que a veces necesito apoyarme en los marcos de las puertas para seguir de pie.
Pero que las cruzo.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Mente libre

Atrapada de pies y manos. ¡Ah! Deberían haberme atado también la mente porque no para quieta ni un segundo, soñando e imaginando cosas sobre el futuro, sobre el pasado.
Me doy órdenes a mi misma y me enfado cuando no las cumplo. Lloro y me regaño porque estoy más guapa cuando sonrío.
A quién le importa si tengo hambre y por eso me quejo o si en realidad estoy harta de estar en esta isla de un metro cuadrado y ver tierra firme a lo lejos. Si al menos me moviera yo y no todo lo que está a mi al rededor.
Y el mar que me asusta porque no sé lo que hay en el fondo. Me siento ciega. Como si hubieran apagado la luz. No veo caminos, sólo agua y sólo olas.
Echo la cabeza hacia atrás y simplemente quiero dejarme caer.
Oigo el silencio y mientras lo agradezco, pienso en lo mucho que me gustaría que fueran las ruidosas calles madrileñas.
Nunca me vale nada. Siempre lo quiero todo.
Krakatoa, or Krakatau, in the Sunda Strait between the islands of Java and Sumatra in Indonesia. Photo © Mpe'- Indra Prameswara
Krakatoa, or Krakatau, in the Sunda Strait between the islands of Java and Sumatra in Indonesia. Photo © Mpe'- Indra Prameswara

sábado, 21 de marzo de 2015

Almendros

Los primeros que florecen son los almendros, recordándome las vueltas a casa a las cinco de la mañana o de la tarde. Llegando a casa con los resoplos de mi padre, receloso de dónde he estado.
"Oliendo las flores, papá, ya está aquí la primavera"
Que la sangre altera
Y mi corazón que palpita con los recuerdos
Y ese olor mezclando las flores blancas con tu aroma, que aunque ya lo he olvidado, sigue en algún sitio en el fondo de mi mente.
Esperando a que vuelvas.

Mª Amparo Díaz Rastrojo

martes, 17 de marzo de 2015

Irrespirable

Nos agarramos con fuerza, en la oscuridad y a ciegas. Tiramos de la nada y seguimos tirando, esperando que en algún momento deje de existir esta inmensidad vaporosa e irrespirable.
Nos dejamos caer infinitamente. Arañamos una superficie grisácea que nos separa del resto del mundo, pero que el resto del mundo parece incapaz de ver.
Queremos sentir. Algo. Lo que sea.
Nos agarramos muy fuerte, no el uno al otro, sino a los recuerdos. Para poder al menos llorar de melancolía. Para poder al menos escribir cosas tristes en algún cuaderno de notas a las cinco de la mañana, cuando vuelves a casa y te sientes poco querido, poco atractivo, poco de todo.

No nos agarramos el uno al otro porque no estamos seguros siquiera de que haya algo que agarrar. Sobrevivirnos fue más costoso de lo que hubiéramos pensado cuando nos miramos la primera vez y no vimos nada.

jueves, 5 de marzo de 2015

Viento

Si uno de los dos tiene que seguir sintiendo algo, que sea yo. Que construya yo la casa desde los cimientos para que soporte mi ego, por pensar que en ningún momento podrías dejar de quererme.
Y si viene el viento y la tira, adelante, así descansaré de la angustia de saber que no vuelves. Que no volverás. Que te has marchado.
Y no será por mí, ni por lo que pasó, ni por lo que podría haber pasado. No será por las oportunidades que te ofrecí o dejé de ofrecerte. Ni por mi carácter ni por mi cabezonería.
Quizás después de veinte casas construidas y veintiún huracanes de rabia y desesperación, me de cuenta de que ni es para ti ni es para mí. Que si te fuiste es porque quisiste. Porque yo quise que te fueras. Porque no fui capaz de admitirlo, ni entonces ni ahora.
Que sople el viento más y más fuerte, que me traiga tus ojos un sueño y se los lleve la luz de la mañana. Que sienta tus labios cuando una lágrima alcance los míos.
Que no haya otro verde igual al que veo en el fondo de mi mente.
Que todos los demás colores parezcan borrosos.
Que el viento me tire abajo, que me despeine el pelo, que me arranque el alma.
Que borre tus huellas.