sábado, 6 de octubre de 2012

Corazón roto

Y mientras lloraba desconsoladamente mis propios brazos rodeaban mi cuerpo impidiendo que me cayera en trozos. En mi mente estaba segura que toda yo iba desmoronándome poco a poco en mi estructura, sintiendo como cada pequeño trozo, cada milímetro de carne, cada hueso, cada tendón se partía.
Mi interior estaba en ruinas al día siguiente. Tantas lágrimas había perdido, tanto dolor inexplicable. Ya no sentía mi cuerpo como algo que a mí me perteneciera, había perdido el control del sufrimiento y ni una sola parte de mí era consciente de mi todo.
Ese agujero en la boca de lo que llaman estómago, ese agujero interior, esa oscuridad que quedaba de mí. No me partiste en dos, me dejaste en la nada.