jueves, 5 de marzo de 2015

Viento

Si uno de los dos tiene que seguir sintiendo algo, que sea yo. Que construya yo la casa desde los cimientos para que soporte mi ego, por pensar que en ningún momento podrías dejar de quererme.
Y si viene el viento y la tira, adelante, así descansaré de la angustia de saber que no vuelves. Que no volverás. Que te has marchado.
Y no será por mí, ni por lo que pasó, ni por lo que podría haber pasado. No será por las oportunidades que te ofrecí o dejé de ofrecerte. Ni por mi carácter ni por mi cabezonería.
Quizás después de veinte casas construidas y veintiún huracanes de rabia y desesperación, me de cuenta de que ni es para ti ni es para mí. Que si te fuiste es porque quisiste. Porque yo quise que te fueras. Porque no fui capaz de admitirlo, ni entonces ni ahora.
Que sople el viento más y más fuerte, que me traiga tus ojos un sueño y se los lleve la luz de la mañana. Que sienta tus labios cuando una lágrima alcance los míos.
Que no haya otro verde igual al que veo en el fondo de mi mente.
Que todos los demás colores parezcan borrosos.
Que el viento me tire abajo, que me despeine el pelo, que me arranque el alma.
Que borre tus huellas.

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