domingo, 10 de octubre de 2010

Hechos.

Ayer presencié algo. Una estupidez, os vais a reír de la importancia que le doy a algo tan estúpido, pero es interesante:
Eran las 12 de la noche y andábamos por aquí por Gijón, sin tener muy claro a dónde íbamos. Nos sentamos en un bordillo para descansar de los tacones unas y para ponérselos otras y mientras, el mundo seguía. Un grupo de chavales de mi edad (unos 17) pasó por la acera de enfrente y riéndose tiraron el contenedor azul de reciclaje de papel.
No todos colaboraron pero a mí me impactó bastante la situación. El estruendo que hizo el aparatoso contenedor debió de asustar a un par de vecinos porque incluso nosotras que sabíamos lo que había pasado nos sobresaltamos.
La calle quedó cortada porque aparte de ser pequeña, con eso tirado en el suelo ocupando algo menos de media calle ningún coche de tamaño normal cabría. Entonces yo, en uno de esos momentos en los que actos estúpidamente absurdos o absurdamente estúpidos me llegan a la cabeza, decidí convencer a una amiga para que me ayudara a levantarlo.
Es decir, imaginaos la situación, dos niñas, porque somos niñas, a las 12 de la noche intentando levantar un peazo contenedor que pesaría yo que sé cuánto. Ni un centímetro lo movimos.
Cuando ya nos estábamos yendo llegaron dos coches seguidos y el copiloto del primer coche se bajó para intentar levantarlo solo. Yo le ofrecí  mi ayuda pero no me hizo ni caso. Lo intentó y vio que no podría jamás. El del coche de atrás se bajó también y nada, pero en ese momento pasaron otro grupo de chavales algo más pequeños -que por cierto, la mayoría van a mi colegio- y entre todos consiguieron levantar el dichoso contenedor.
Con lo cual, fuimos testigos de cómo un grupo de niñatos desconsiderados, maleducados y inmaduros llevaban a cabo un acto de vandalismo y luego de cómo otro grupo de chicos ayudaban desinteresadamente a los que intentaban poner en pie de nuevo el contenedor.
Quizá no lo veáis desde el punto de vista desde el que yo lo veo, pero a mí me da una clara lección sobre los valores y la moral de algunas personas.
Quizá esos chicos que tiraron el contenedor simplemente no eran conscientes de lo que estaban haciendo, quizás sí que lo eran y no les importaba. O a lo peor simplemente eran estúpidos.

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