Rebotaba en tus paredes,
En cuatro muros de corazón helado.
Me pegaba a tus sábanas,
Me enredaba, me escondía.
Esas sábanas de franela que tanto detestaba,
No hacía tanto frío cerca de tu corazón en llamas.
Cuando quería salir la puerta estaba cerrada. Cuando quería entrar, también.
Nunca estabas cuando tenías que estar.
Casi mato a tu gato cuando me pediste que lo cuidara.
No hay comentarios:
Publicar un comentario