domingo, 2 de diciembre de 2012

100 razones II

El frío me intimida hasta que finalmente consigue hacerse paso hasta mi piel, hasta mis huesos. Él me ha visto temblar disimuladamente, fingiendo que en realidad no es para tanto.
Me mira y mira a lo lejos. Vuelve a mirarme y sin pensarlo de nuevo se quita su chaqueta y me la ofrece. Casi no nos conocemos, pero no duda despojarse de aquello que le protegía y ofrecérmelo a mí, para que me proteja. Todavía los hombres siguen preguntándose el porqué de los actos de las mujeres -los que no tienen sentido son ellos-...
Acepto la chaqueta, a regañadientes y con vergüenza, con los pómulos sonrojados, lo que me alivia algo más del frío abrasador.
Entonces soy consciente, recuerdo que, aquel al que quiero jamás hizo algo así.

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