lunes, 5 de marzo de 2012

Pecado capital

Muros contra la inseguridad y el miedo crean esos tacones de kilómetros de altura. No hay nadie que pueda detenerte cuando empiezas la sesión de maquillaje: ojos negros, bien negros, que nadie pueda descubrir que escondes tras esa mirada. Corrector, que esconda todas las cicatrices, que nadie conozca tu pasado, tu dolor. Un poco de colorete que contraste con la dureza de tus ojos negros, porque no eres fácil de comprender ni lo serás nunca, por mucho que intenten hacerte creer lo contrario. La falda tan corta como lo permita su nombre, porque no tienes nada que esconder en el cuerpo que se te ha dado y que todos se mueren por conocer... La lujuria y la pasión siempre fueron tus mejores amigas: impiden pensar.
No necesitas que nada ni nadie te diga que te quiere porque sabes que más temprano que tarde no serán más que mentiras las que escuchas. 

No necesitas dar explicaciones para tu falta de moral, porque nadie la tiene ya, que se olviden de enseñarte. Ninguno de los que te ve en acción -como reina de la noche, de la calle, de lo que se esconde tras la ropa- tiene derecho a juzgar porque en seguida se dejan cautivar por el perfume de tu sensualidad... "No hay pecado capital en la capital del pecado". 


Escóndete, cervatillo herido, bajo tu piel de lobo, que nadie va a encontrarte ahí.

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