jueves, 31 de marzo de 2011

Calor

El miedo me había abandonado aquella noche, era yo misma y estaba contigo. El calor que despedía tu cuerpo me abrasaba por dentro, pero lo único que podía pensar era que no quería que te separases de mí.
Apoyar la cabeza en tu pecho fue una bendición. Quizás no debíamos estar haciendo eso, pero nunca jamás, nadie, conseguirá que me arrepienta de aquella noche.
Tus latidos y tu respiración marcaban mis constantes, era el único sonido que podíamos escuchar.
Y ese corazón tuyo que late tan fuerte entonces era todavía más sonoro.
Enredé mis dedos en tu pelo y busqué el verde en tus ojos bajo la espesa oscuridad. Mirarte era como estar soñando. No podía creer que fuera cierto.

Mis manos no podían parar de recorrer tu pecho, eres suave y tu olor me cautiva.
Mi cabeza, dulcemente apoyada en tu hombro, estaba a merced de esa fragancia que tú tienes, dura, intensa, profunda, limpia, pura... No sé como llamarlo.
Mis labios no encontraban descanso pues mi mente estaba colapsada con todo tu tú. No hay, ni había, palabras para describir toda la perfección que había acumulada en ese par de metros cuadrados.
No creo que en el castellano existan palabras que describan mis sentimientos esa noche.
Éramos tú y yo, a lo largo y ancho de esa madrugada, comiéndonos con los ojos y deseando estar más cerca aunque fuera imposible.
Era el calor de nuestros cuerpos.
Éramos nosotros, creando poesía con hechos.
Eso sí que era arte.
Eso sí que era sentimiento. BlogBooster-The most productive way for mobile blogging. BlogBooster is a multi-service blog editor for iPhone, Android, WebOs and your desktop

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