Despiertas del sueño y con ese primer aliento me besas el hombro. Abro los ojos con una sonrisa de oreja a oreja.
Cómo te he dejado colarte aquí, en el último rincón de mi corazón en ruinas.
Lo bien que haces que la luz se cuele entre las grietas me tiene fascinada.
Tu increíble facilidad para hacerme sonreír sin siquiera intentarlo.
Lo fácil que me resulta obviar todo aquello en lo que prefiero no pensar.
Esas ganas tontas de escuchar canciones míticas y cantarlas contigo.
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