El verano viene como se marcha. Sin que nadie se dé cuenta, aunque todos saben que pasará. Pero yo estoy atenta a cada movimiento, porque sé lo que viene después.
El futuro me respira en la nuca y me pregunto si es de verdad lo que creo o no es más que una montaña de miedos, de inseguridades, de dudas.
Quizás mi futuro cambiara hace tiempo, aunque yo siga agarrada a aquel sueño que prometía hacerme grande.
Pero hoy es agosto, y septiembre está mirando con esos ojos fríos, amenazando a mi corazón con quitarle lo único que le daba calor.
Y yo estoy segura, sé, que no es aquí -donde todo a mi alrededor se ha podrido como si yo fuera venenosa- donde debo permanecer. Mi día de mañana no continúa con esta humedad que se mete en mis huesos.
El futuro me respira en la nuca y me pregunto si es de verdad lo que creo o no es más que una montaña de miedos, de inseguridades, de dudas.
Quizás mi futuro cambiara hace tiempo, aunque yo siga agarrada a aquel sueño que prometía hacerme grande.
Pero hoy es agosto, y septiembre está mirando con esos ojos fríos, amenazando a mi corazón con quitarle lo único que le daba calor.
Y yo estoy segura, sé, que no es aquí -donde todo a mi alrededor se ha podrido como si yo fuera venenosa- donde debo permanecer. Mi día de mañana no continúa con esta humedad que se mete en mis huesos.
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