Me gustaría contarte cómo me ha ido. Qué ha sido de mi vida y cómo me siento.
Decirte al oído que sigo soñando con la idea de nosotros y retirarlo después, inmediatamente.
Quiero decirte que volví a sentirme querida y volví a querer querer, aunque no lo conseguí.
Dejé que el azar y cierta picardía me llevaran por un camino de rosas olorosas hacia un jardín en el que las rosas no olían, tenían pinchos y encima muchas estaban secándose. Me dio igual. No era un jardín tan bonito como el tuyo.
El camino fue agradable. Vivir en esa mentira en la que volvía a enamorarme.
Fue una mentira bonita mientras duró. Mejor cuando acabó.
Quisiera decirte que me presentó a sus padres. Ya lo sabes, lo dije una vez que estabas presente, buscando ese algo en tus ojos. Seguro que todos me vieron. Seguro que nadie le dio más vueltas.
No me rompió el corazón y, aunque me encantaría creer que yo se lo rompí a él, estoy bastante segura de que estaría mintiendo.
Cuando todo se acabó seguí con mi vida, ¿sabes? A lo mejor sí, sí lo sabes. Probablemente no te importa.
Después de varios intentos conseguí trabajo. No es el trabajo de mi vida, no te voy a engañar. Pero disfruto. Se me pasa volando.
Me gustaría saber algo de ti en las noches como esta, por algún motivo. Y más aún si abro este corazoncito mío y me pongo a pensar, a escribir, a vomitar sentimientos.
Siempre cierro a tiempo, ¿sabes? Siempre me voy a dormir o me pongo una serie en la que muera gente.
Igual que la caja de pandora o esa cárcel a los pies del Olimpo, mi corazón no puede estar abierto demasiado tiempo.
Me pregunto si sigues sintiendo lo mismo por aquella chica. Espero que sí, todo el mundo me ha hablado maravillas de ella.
Espero que ella te corresponda y que te entienda. Que la entiendas y la respetes. Que la trates como a una reina y que sueñes con ella incluso cuando la tienes al lado, con su respiración en tu pecho.
Quisiera decirte que ya no soy la misma. Que me cambiaste de arriba abajo sin querer queriendo.
Hoy te he recordado porque estás en cada sombra y cada esquina, como un resfriado mal curado o como los exnovios de todas mis amigas.
En todos veo tu cara y tu horrible/preciosa/invisible sonrisa.
No mantengo conversaciones con chicos que no pasen el test. Vivo con un chaleco antibalas que pesa mucho.
Me gustaría decirte que echo de menos nuestra sinceridad cruda y molesta. Echo de menos que... Yo qué sé. En noches así lo echo todo de menos. Menos la rabia.
Pero tus recuerdos tienen un todo diferente: diferente sonido, más bajo de lo normal, casi como un secreto; diferente color, algo apagado, desgastado por tantas lágrimas; diferente fragancia, porque siguen oliendo a ti, aunque no recuerde exactamente a qué hueles. Espero que hayas cambiado de colonia. Yo lo he hecho.
En mis mejores momentos me maldigo por escribir estas cosas. Por escribirte estas cosas. Pero mis letras se ordenan mejor cuando hablo de ti, quizás por esa adicción al agua salada.
Pero oye, también te quiero decir que... No te engañes. Que soy feliz. Que me he hecho a mí misma. Que he superado cientos de inseguridades -aunque siguen saliendo más de algún sitio, estoy intentando encontrar la fuente-. A veces te culpo a ti. Luego me doy cuenta de que no tiene sentido.
Quiero aclararte que sigo sintiendo, que ¡soy feliz! Y en parte es porque has existido en mi vida. ¿Suena a broma? Porque a mí me lo parece, pero es real. A veces sonrío y me río mientras camino por la calle.
Algo ha cambiado en mí y ha sido porque me reconstruí a mi manera cuando no había nada en los cimientos. En parte por tu intervención.
Ya no me siento rota.
Ya no me siento defectuosa.
Ya no me siento insuficiente.
Ya no me siento en el suelo para sentir la tierra. Ahora me siento en la mesa con los dedos sobre el teclado y escribo, a veces hasta, como ahora, se me cierran los ojos.
Click en publicar sin siquiera revisar. Así, sin filtro, con la borrachera del sueño tiene un sabor más añejo.
#nowplaying Stone Cold- Demi Lovato